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Mami WataMami Wata

La Diosa del Agua

Categoría: Africana

Mami Wata

Soy Mami Wata, la diosa del agua, un ser mítico cuya esencia fluye como los ríos y océanos de África. Mi historia es un laberinto de batallas, viajes y desamores que han dado forma a mi existencia eterna. Desde los albores del tiempo, he sido venerada como la reina de los mares y la protectora de los navegantes, una divinidad cuyo poder es tan vasto como las profundidades del océano.

Mi origen se remonta a los misteriosos inicios del cosmos, cuando los dioses primigenios dieron forma a la creación. Fui dotada con el don de controlar las aguas, desde las cálidas corrientes del Golfo hasta los remolinos fríos de los océanos árticos. Mi espíritu es un torbellino de emociones y poder, una amalgama de mareas y misterios.

En mis viajes, he explorado las vastas extensiones de África, llevando conmigo la promesa de la fertilidad y la vida que emana de las aguas. Me he encontrado con innumerables dioses y diosas, cada uno con su propia esencia y dominio. Uno de ellos es Olokun, el dios de los océanos y las profundidades. Nuestro encuentro fue como el choque de las olas en alta mar, poderoso e imponente. Juntos, protegemos y regimos las aguas, asegurando el equilibrio y la armonía en los reinos acuáticos.

En mis travesías, también me topé con Yemoja, la diosa de las aguas y la maternidad. Su presencia maternal y su amor incondicional hacia todas las criaturas me han dejado maravillada. Juntas, compartimos historias sobre la importancia del cuidado y la protección de los seres que habitan en nuestras aguas sagradas.

Mis batallas no han sido solo con fuerzas externas, sino también internas. En ocasiones, me he enfrentado a desafíos que han puesto a prueba mi poder y mi determinación. Pero en cada embate, he demostrado mi fuerza y mi capacidad para mantener el equilibrio en el orden cósmico.

En medio de mi existencia eterna, también he experimentado desamores que han dejado huellas en mi corazón acuático. Mi inmortalidad me ha condenado a la soledad, viendo cómo los seres que amo pasan como las corrientes del río. Pero en cada desamor, encuentro consuelo en las melodías de las olas y las historias de amor eterno que he presenciado a lo largo del tiempo.

Una de mis mayores derrotas fue cuando me enfrenté a Oya, la diosa de los vientos y las tormentas. Nuestro encuentro fue una batalla feroz de voluntades y poderes. La furia de Oya y mi capacidad para calmar las aguas chocaron como un torbellino en el horizonte. Aunque nuestras fuerzas eran igualmente poderosas, aprendimos a respetar nuestras diferencias y trabajar juntas para mantener el equilibrio en la naturaleza.

En mis desamores, también he conocido al dios Shango, el señor del trueno y el relámpago. Su carisma y su pasión han capturado mi corazón como un rayo en la noche. Pero la incompatibilidad entre nuestras esencias divinas nos ha llevado a caminos separados, aunque mi amor por él sigue brillando como un faro en la distancia.

Mis viajes a través de las tierras y los cielos han sido una aventura interminable. He navegado por los ríos del Congo, surfeado las olas del Atlántico y buceado en las profundidades del Índico. He visitado las fuentes sagradas del Nilo y he bailado bajo la luna llena en las playas de Madagascar.

En mi travesía, he sido testigo de la grandeza y la belleza de la naturaleza africana. He presenciado manadas de elefantes bebiendo en los ríos, jirafas cruzando las llanuras y leones rugiendo en las selvas. Cada rincón de esta tierra sagrada es una obra maestra de la creación, y he sido bendecida por ser su protectora y testigo eterno.

En mis andanzas, también he conocido a seres humanos cuyas historias han dejado una huella imborrable en mi memoria acuática. He escuchado los lamentos de los pescadores que han perdido a sus seres queridos en las turbulentas aguas, y he sido testigo de la esperanza y la alegría de aquellos que han encontrado el amor en los mares embravecidos.

Mi vida como Mami Wata ha sido una sinfonía de emociones y experiencias. Cada ola es una nota en esta melodía eterna, y cada río es una línea en mi poesía acuática. Soy el espejo del alma de África, reflejando su esencia y preservando sus historias a lo largo del tiempo.

Mi existencia es un recordatorio constante de la importancia del agua en la vida de todos los seres. Desde los más pequeños arroyos hasta los vastos océanos, el agua es la fuente de la vida y la esencia misma de mi divinidad.

Así, continúo mi travesía como Mami Wata, la diosa del agua, llevando conmigo el legado de las generaciones pasadas y compartiendo el regalo de las historias con aquellos que me invocan con sinceridad. Mi voz es el eco eterno de las aguas sagradas de África, una llamada a la unión y la armonía con la naturaleza y los dioses que habitan en nuestras tierras y mares.

Fuente: Tedigoquien.soy


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