Yama

Me llamo Yama, el dios de la muerte y el juez de las almas, y mi historia se extiende a través de los ciclos eternos del tiempo. Desde tiempos ancestrales, mi papel divino ha sido el de guiar a las almas hacia su destino final y asegurar el equilibrio en el ciclo de la vida y la muerte. Pero mi camino divino no siempre ha sido fácil, y he enfrentado desafíos y pruebas que pusieron a prueba mi sabiduría y mi compasión.

Desde mi nacimiento divino, fui destinado a presidir el reino de los muertos, un lugar enigmático y misterioso que acoge a las almas después de abandonar sus cuerpos mortales. Mi tarea como juez de las almas es evaluar las acciones de cada ser durante su vida terrenal y determinar su destino en el más allá. No es una tarea fácil, pues cada alma lleva consigo la carga de sus elecciones y decisiones, tanto buenas como malas.

En mis viajes a través de los reinos celestiales y terrenales, me he encontrado con dioses y seres divinos que cuestionan mi papel como el dios de la muerte. A menudo, me enfrento a críticas y desafíos, pues la muerte es un misterio para muchos, y el destino de las almas es motivo de incertidumbre y temor. Pero mi comprensión de la existencia y mi conocimiento sobre el ciclo de la vida y la muerte me permiten cumplir mi deber con imparcialidad y justicia.

En una ocasión, me encontré con un mortal valiente y virtuoso llamado Markandeya. Su devoción y sabiduría lo hicieron digno de un destino excepcional, pero el hilo de su vida estaba a punto de cortarse. En un acto de compasión y respeto por su virtud, decidí concederle la inmortalidad y lo liberé de la muerte. Esta acción generó controversia entre los dioses y puso en tela de juicio mi papel como el dios de la muerte y el guardián del ciclo de la vida.

A lo largo de los ciclos eternos, también he enfrentado momentos de derrota y pérdida. He presenciado guerras y tragedias que han sumido al mundo en el dolor y el sufrimiento. Cada alma que llega a mi reino trae consigo el peso de sus experiencias terrenales, y a veces, la carga es abrumadora. Pero en medio de la oscuridad, también encuentro la luz de la esperanza y la redención, pues cada alma tiene la oportunidad de aprender y crecer a través de sus experiencias.

Uno de mis deseos más profundos es ser comprendido y aceptado en mi papel como el dios de la muerte. Mi propósito es mantener el equilibrio en el universo y asegurar que cada alma encuentre su destino adecuado. Pero también deseo que los seres mortales encuentren consuelo y paz en el proceso de la muerte, comprendiendo que es parte esencial del ciclo de la vida.

En mis viajes por los reinos celestiales, también he experimentado amores y lazos afectivos. Mi encuentro con la diosa Dhumavati, una diosa oscura y misteriosa, despertó en mí emociones y deseos que desconocía. Aunque nuestra conexión fue efímera, dejó una huella en mi corazón divino y me enseñó que el amor y la muerte están entrelazados en una danza cósmica de dualidad y transformación.

Mi papel como el dios de la muerte y el juez de las almas me ha llevado a conocer las facetas más profundas de la existencia y la naturaleza humana. Cada alma que llega a mi reino es única y especial, con sus anhelos y miedos, sus virtudes y errores. Mi sabiduría y compasión me permiten entender las complejidades del ser y guiar a las almas hacia la verdad y la liberación.

Hoy, en la era presente, sigo cumpliendo mi deber divino con devoción y humildad. Mi historia como Yama, el dios de la muerte y el juez de las almas, continúa en los corazones de los seres mortales y en los reinos celestiales. Mientras exista el ciclo de la vida y la muerte, mi presencia será eterna, velando por el destino de las almas y asegurando el equilibrio en el universo.

Así es mi historia, una narrativa de sabiduría y compasión, de desafíos y deseos. Como Yama, seguiré guiando a las almas en su trascendente viaje hacia la verdad y la liberación, y mi presencia será un recordatorio constante de la importancia de aceptar la muerte como parte esencial de la vida.

Fuente: Tedigoquien.soy