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La diosa de los muertos y el inframundo

Categoría: Nordica

Hel

Soy Hel, la diosa de los muertos y el inframundo en la antigua mitología nórdica. Mi historia es una narrativa de deseos y desamores, de batallas internas y externas que han marcado mi camino en los reinos oscuros y misteriosos que habito. Permitidme compartir mi relato mientras os adentro en las profundidades de mi ser.

Desde mi nacimiento, fui destinada a gobernar sobre el inframundo, un reino sombrío y silente donde las almas de los muertos encuentran su morada eterna. Mi rostro siempre se mantuvo sereno y enigmático, pues esa era la naturaleza de mi deber. Aun así, en mi corazón anhelaba la luz y el calor del mundo de los vivos, un deseo prohibido que me consumía en la soledad de mi morada.

Mi reino era una danza de almas que llegaban desde todos los rincones del cosmos, cada una llevando consigo una historia de vida y muerte. Fue en medio de esta procesión constante que me encontré con Balder, el dios de la luz y la belleza. Su presencia en mi reino, tan radiante y serena, encendió una llama en mi alma fría y oscura. Me vi fascinada por su esencia, deseando que su luz iluminara mi morada eterna.

El amor floreció entre nosotros, pero este amor estaba destinado a ser efímero. Balder era un dios de los vivos y yo, una diosa de los muertos. Nuestras esencias eran opuestas, y nuestras almas, destinadas a vagar por caminos separados. Aunque nuestro amor era genuino, sabíamos que el destino nos llevaría por senderos distintos.

La separación de Balder dejó un vacío en mi corazón, una herida que no podía sanar. La soledad se volvió mi compañera fiel, y el deseo de volver a verlo se convirtió en mi obsesión más profunda. Fue entonces cuando mi alma se vio envuelta en una batalla interna, entre la luz que anhelaba y la oscuridad que me rodeaba.

Después de largos años de espera y desesperanza, la profecía de mi reino se cumplió. La muerte de Balder fue anunciada, y su alma llegó a mi morada para encontrarse conmigo una vez más. Sin embargo, el desenlace de esta reunión no fue el que anhelaba. Balder partió a otro reino, un lugar más allá del alcance de mi mirada, donde la luz y la vida reinaban en todo su esplendor.

Mi corazón quedó devastado, y mi alma se vio sumida en la desolación más profunda. La batalla interna que había estado librando alcanzó su punto culminante, y me vi enfrentando una verdad dolorosa: mi deseo de luz y vida nunca sería satisfecho en mi reino de muerte y oscuridad.

En medio de mi dolor, decidí emprender un viaje en busca de respuestas y redención. Viajé por los nueve mundos, buscando sabiduría en los rincones más remotos del cosmos. En mi travesía, me encontré con Jormungand, la serpiente gigante, cuyos ojos reflejaban el conocimiento ancestral de los dioses. A través de su mirada, comprendí que la luz y la oscuridad son dos caras de la misma moneda, y que cada ser tiene un propósito único en el vasto entramado del universo.

Con esta nueva sabiduría en mi corazón, regresé a mi reino con una renovada comprensión de mi papel como diosa de los muertos y el inframundo. Acepté mi destino con serenidad y resignación, comprendiendo que mi morada tenía una belleza y una importancia única en el ciclo eterno de la vida y la muerte.

Hoy, mi reino es una morada de paz y serenidad, donde las almas encuentran descanso y renovación. Mi corazón ya no anhela la luz y el calor de los vivos, pues he aprendido a apreciar la belleza de la oscuridad y el silencio. Mi deseo de redención se ha transformado en un propósito más profundo: guiar a las almas en su travesía hacia el otro lado, en el eterno ciclo de la existencia.

Así es mi historia, una travesía de deseos y desamores, de batallas internas y encuentros con la sabiduría de los dioses. Soy Hel, la diosa de los muertos y el inframundo, y mi reino es un reflejo de la complejidad y la belleza de la vida y la muerte, entrelazadas en un baile eterno de existencia. En cada alma que llega a mí, veo la esencia misma del universo, y en cada despedida, encuentro la promesa de un nuevo amanecer en el eterno ciclo de la vida.

Fuente: Tedigoquien.soy


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