Ice Crystal Boy

En las vastas praderas de la tierra de los Apache, había una antigua leyenda que hablaba de un misterioso niño cuyo corazón estaba hecho de cristal de hielo. Se le conocía como "Ice Crystal Boy" y se decía que tenía el poder de conjurar frío y hielo con solo desearlo. Los ancianos de la tribu transmitían la historia de generación en generación, pero muchos lo consideraban solo un cuento para asustar a los niños traviesos. Sin embargo, una joven apache llamada Aurora creía firmemente en la leyenda y soñaba con encontrarse con el niño de cristal de hielo algún día.

Aurora era una muchacha encantadora, con ojos oscuros que brillaban como la noche y una risa que llenaba el aire de alegría. Vivía con su familia en una humilde choza en el corazón del territorio de los Apache. A pesar de su modesta condición, Aurora tenía un espíritu libre y aventurero que la hacía destacar entre las demás jóvenes de la tribu. Le gustaba explorar los rincones más remotos de la pradera y siempre estaba dispuesta a ayudar a quienes la rodeaban.

Un día, mientras recolectaba hierbas curativas en los alrededores de la montaña sagrada, Aurora escuchó un rumor que llenó su corazón de emoción: se decía que el Ice Crystal Boy había sido visto en los bosques cercanos. Sin perder un instante, se dispuso a seguir el rastro de la leyenda que tanto la había cautivado.

Los bosques eran un lugar misterioso y encantado, lleno de sombras danzantes y susurros del viento. Aurora caminaba con cautela, sintiendo la emoción y el temor mezclados en su corazón. De repente, un destello de luz brillante la detuvo en seco. Allí, entre los árboles, se encontraba un joven de aspecto inusual, rodeado de una brillante y fría aura que parecía emanar del hielo.

Aurora contuvo el aliento, maravillada ante la presencia del misterioso niño de cristal de hielo. Era más hermoso de lo que cualquier cuento podría haber descrito. Sus ojos, como dos profundos lagos helados, miraron a Aurora con una mezcla de asombro y curiosidad.

- ¡Oh, noble joven! -exclamó Aurora, haciendo una reverencia- Me llamo Aurora, hija de los Apache, y he venido en busca del Ice Crystal Boy, aquel cuyo corazón es de cristal de hielo.

El niño sonrió, y su sonrisa pareció esparcir pequeñas partículas de hielo en el aire. Habló con una voz suave y melodiosa:

- Soy Ezequiel, el Ice Crystal Boy, y me has encontrado, querida Aurora. He escuchado tus oraciones y deseos, y he venido a conocerte. Eres una de las pocas personas en este mundo que aún creen en la antigua leyenda.

Aurora estaba abrumada de felicidad. Pasaron horas conversando y compartiendo historias mientras el sol se escondía en el horizonte. Ezequiel le contó sobre su origen y cómo había sido bendecido con el don del hielo por el espíritu de los glaciares. A cambio, Aurora le habló sobre la rica cultura y tradiciones de los Apache, y juntos compartieron risas y momentos de complicidad.

Los días se convirtieron en semanas, y Aurora y Ezequiel se volvieron inseparables. Su amistad floreció como las flores silvestres en primavera, y el Ice Crystal Boy parecía encontrar en Aurora la calidez que su corazón de hielo anhelaba. Juntos exploraban la naturaleza, desafiaban al viento y compartían secretos que solo el bosque podía escuchar.

La noticia sobre la amistad entre Aurora y Ezequiel se extendió por toda la tribu. Algunos lo veían como una señal de buena fortuna, mientras que otros lo consideraban un presagio de desgracias. Los más ancianos temían que la cercanía de Aurora al Ice Crystal Boy pudiera enfriar el corazón de la tribu y atraer las fuerzas oscuras de los espíritus helados.

Un día, cuando el otoño comenzaba a teñir las hojas de rojo y naranja, Aurora fue convocada ante el consejo de ancianos. Con solemnidad en sus miradas, los ancianos la interrogaron acerca de su amistad con Ezequiel y le advirtieron sobre los peligros de acercarse demasiado a un ser cuyo corazón estaba hecho de hielo.

Aurora escuchó con respeto las palabras de los ancianos, pero su corazón se negó a separarse del amigo que había encontrado. Defendió su amistad con valentía y sabiduría, recordando la importancia de la tolerancia y la comprensión entre los seres vivos. Pero los ancianos, con sus mentes aferradas a las tradiciones, no pudieron ser convencidos.

- No puedes cambiar el destino, joven Aurora -dijo el anciano más sabio-. El Ice Crystal Boy es un ser condenado a la soledad, y cualquier cercanía a su corazón de hielo puede resultar en un invierno sin fin para nuestra tribu.

Con el corazón roto pero sin renunciar a su amistad con Ezequiel, Aurora regresó a los bosques donde solían encontrarse. Encontró al Ice Crystal Boy esperándola con tristeza en sus ojos de hielo.

- Los ancianos no comprenden nuestra amistad -dijo Aurora, luchando por contener las lágrimas-. Pero yo siempre estaré a tu lado, querido Ezequiel.

El niño de cristal de hielo asintió con tristeza y le ofreció una última despedida. Sabían que el mundo no estaba listo para aceptar su amistad y que sus caminos debían separarse para proteger a ambos.

Así, Aurora y Ezequiel se despidieron en el corazón del bosque, donde los árboles susurraban al viento sus secretos más profundos. Ambos sabían que su amistad trascendía las fronteras del tiempo y el espacio y que, aunque sus caminos se separaran, sus corazones seguirían conectados para siempre.

El invierno llegó, y con él, la tristeza se posó sobre Aurora y su tribu. Extrañaban las risas y la calidez que el Ice Crystal Boy había traído a sus vidas, pero sabían que no podían cambiar el destino que los dioses habían dispuesto.

Con el paso de los años, la leyenda del Ice Crystal Boy y su amistad con Aurora se convirtió en una historia transmitida por los bardos y narradores de la tribu. Las generaciones futuras recordarían a aquel valiente niño de cristal de hielo y a la joven apache que desafió las tradiciones para defender la amistad y el amor en todas sus formas.

Y así, la historia del Ice Crystal Boy y Aurora perduraría en el corazón de los Apache, como un recuerdo de que el poder del amor y la amistad puede trascender incluso las fronteras más frías y aparentemente insuperables.

Fuente: Tedigoquien.soy