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El emperador amarillo y ancestro cultural

Categoría: China

Huangdi

Soy Huangdi, el Emperador Amarillo. Como el primer emperador de China y el ancestro de la raza humana, he vivido durante miles de años y he sido testigo de innumerables acontecimientos que han moldeado la historia.

A lo largo de mi existencia, he sido testigo del nacimiento y la desaparición de grandes civilizaciones, he contemplado cómo imperios han alcanzado la cúspide de su poder solo para caer en la decadencia. También he sido testigo de cómo los dioses han emergido en el corazón de la humanidad, solo para desvanecerse en el olvido con el tiempo.

Sin embargo, nada podría haberme preparado para lo que presencié hoy.

Mientras caminaba por el bosque, un resplandor inusual capturó mi atención. Una luz púrpura brillante emanaba de una misteriosa cueva. Intrigado, me acerqué y vislumbré una figura en su interior. Alta y esbelta, su tez blanca contrastaba con su cabello negro y largo.

Cuando se volvió para mirarme, me encontré con unos ojos negros que parecían contener la noche misma, y una boca apenas esbozaba una fina línea.

—¿Quién eres? —pregunté intrigado.

—Soy el rey de los demonios —respondió la figura con serenidad—. He estado esperando tu llegada.

Su declaración me sorprendió.

—¿Por qué me esperabas? —cuestioné, curioso.

—Porque eres el único que puede detenerme —declaró el rey de los demonios con firmeza—. Planeo destruir el mundo, y tú eres el único con el poder para detenerme.

Pese a mi asombro, repliqué inseguro:

—No puedo detenerte, soy solo un hombre.

El rey de los demonios negó mis dudas:

—No eres un hombre común, eres el Emperador Amarillo, el ancestro de la raza humana. Posees el poder necesario para detenerme.

Aunque sabía que sus palabras eran verdad, titubeaba al considerar si realmente deseaba detenerlo. Había sido testigo de un sinfín de sufrimientos a lo largo de mi extensa vida, presenciando el desmoronamiento de civilizaciones enteras y la caída de divinidades.

Me enfrentaba a una encrucijada moral. Si el rey de los demonios consumaba su plan, el sufrimiento podría finalizar. ¿Sería acaso su destrucción la liberación del mundo?

No obstante, comprendí que mi deber era proteger y preservar a la humanidad.

—Está bien, te detendré —afirmé con determinación.

El rey de los demonios sonrió maliciosamente.

—Sabía que lo dirías —dijo con un tono burlón—. Ahora, prepárate para morir.

Se abalanzó hacia mí, pero me encontró preparado. Utilicé mi poder para tejer una barrera protectora a su alrededor.

Furioso, intentó romper la barrera en vano. Estaba atrapado.

—¿Cómo es posible? —exclamó con ira desmedida—. No puedes detenerme.

—Puedo detenerte porque soy el Emperador Amarillo —afirmé con firmeza—. Soy el ancestro de la raza humana y tengo el poder para detenerte.

El rey de los demonios gritó de frustración. Aun trató de romper la barrera una vez más, pero fue inútil. Estaba derrotado.

—Te he vencido —le anuncié con autoridad—. Ahora, desaparecerás.

Utilicé mi poder para enviar al rey de los demonios al Reino de las Tinieblas, un lugar donde sus maquinaciones malignas no afectarían a la humanidad.

Había cumplido con mi deber y salvado al mundo, pero sabía que los desafíos no habían llegado a su fin. Otros demonios, igualmente sedientos de destrucción, vendrían en el futuro.

No obstante, estaré preparado para enfrentarlos, pues soy el Emperador Amarillo, el ancestro de la raza humana. Tengo el poder para detenerlos y proteger a la humanidad de cualquier amenaza que se presente en su camino hacia un futuro próspero y seguro.

Fuente: Tedigoquien.soy


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