Xi Wangmu

Soy Xi Wangmu, la Reina Madre del Oeste y la Diosa de la Inmortalidad. Nací en el Monte Kunlun, el hogar de los dioses. Mi padre era el Rey del Cielo, y mi madre era la Reina de la Tierra. Desde mi nacimiento, fui bendecida con una gran belleza y sabiduría.

Cuando era joven, me enamoré de un joven dios llamado Hou Yi. Hou Yi era un arquero experto, y fue el héroe que derribó los Nueve Soles del cielo. Nos casamos y tuvimos dos hijos, un niño y una niña.

Un día, Hou Yi fue llamado a la corte del Emperador de Jade para una misión. Tuvo que ir al Monte Kunlun para recolectar la píldora de la inmortalidad. La píldora era una poderosa medicina que podía otorgar la inmortalidad a quien la tomara.

Hou Yi regresó a la corte del Emperador de Jade con la píldora de la inmortalidad. El Emperador de Jade estaba tan agradecido que le otorgó a Hou Yi el título de Rey del Oeste.

Hou Yi y yo vivimos felices por muchos años en el Palacio del Oeste. Teníamos todo lo que podríamos desear: riqueza, poder y belleza.

Un día, Hou Yi fue a cazar al bosque. Mientras estaba fuera, me visitó una hermosa mujer. La mujer me dijo que era la esposa de un rey demonio. Me dijo que su esposo había sido asesinado por Hou Yi, y me pidió que me vengara de él.

Me sentí conmovida por la historia de la mujer, y acepté ayudarla. Fui al Palacio del Oeste y le di a Hou Yi una poción. La poción hizo que Hou Yi se enfermara y muriera.

Después de la muerte de Hou Yi, me sentí muy sola y triste. Me retiré al Palacio del Oeste y me encerré en mi habitación. No quería ver a nadie ni hablar con nadie.

Un día, me visitó un viejo sabio. El viejo sabio me dijo que debía dejar de llorar y que debía seguir con mi vida. Me dijo que Hou Yi estaría orgulloso de mí si continuara con mi trabajo como Reina Madre del Oeste.

El viejo sabio me ayudó a ver que tenía razón. Tenía que seguir con mi vida y servir a mi pueblo. Salí del Palacio del Oeste y me reuní con mi pueblo. Les dije que seguiría siendo su Reina Madre y que siempre estaría ahí para ellos.

Mi pueblo me recibió con alegría. Me dijeron que estaban orgullosos de mí y que siempre me apoyarían.

Me sentí muy feliz de estar de vuelta con mi pueblo. Sabía que podía seguir sirviendo a mi pueblo y hacer del mundo un lugar mejor.

Fuente: Tedigoquien.soy