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La devoradora de almas

Categoría: Egipcia

Ammit

Os invito a adentrarnos en los recovecos oscuros del antiguo Egipto, donde las sombras se alargan y la muerte acecha en cada esquina. Soy Ammit, la devoradora de almas, y es mi deber compartir con vosotros mi historia de sueños, deseos y encuentros en este reino de oscuridad y redención.

Desde mi nacimiento, supe que mi destino estaba entrelazado con la balanza del juicio y la senda de las almas perdidas. Como devoradora de almas, mi presencia divina se hacía sentir en cada juicio de Osiris, y los dioses me invocaban para que mi sombra cayera sobre las almas impuras que merecían la destrucción eterna.

Recuerdo con deseo uno de mis sueños más oscuros, cuando anhelaba que mi figura divina fuera reconocida y venerada por todos los dioses y los mortales. En mi corazón, ansiaba ser vista como algo más que la devoradora de almas, y deseaba que mi esencia también fuera asociada con la redención y el equilibrio entre la vida y la muerte.

Además de mi papel como devoradora de almas, también era conocida como la compañera del juicio de Osiris. Mi presencia divina se hacía sentir en cada veredicto y sentencia, y mi sombra aterradora se cernía sobre las almas que debían enfrentar la balanza de sus acciones en vida.

Recuerdo con deseo uno de mis encuentros más inolvidables, cuando me vi cara a cara con el dios Anubis, el señor de los muertos. Nuestros destinos estaban entrelazados como los lazos de la muerte, y aunque nuestras esencias divinas eran opuestas, encontramos un equilibrio en la dualidad de nuestros roles.

Con el paso del tiempo, mi figura divina se expandió más allá de las fronteras de Egipto, llevando mi nombre y mi leyenda a tierras lejanas, donde se me conocía como Ammit en Egipto, Ammit en la antigua Grecia y Ammit en la antigua Roma.

En cada cultura y civilización, mi esencia divina adoptaba diferentes formas y atributos, pero mi propósito como la devoradora de almas permanecía inmutable, inspirando temor y respeto en los corazones de los mortales.

Recuerdo con deseo una de mis victorias más inquietantes, cuando me vi enfrentada a la tarea de guiar a las almas perdidas a través del umbral del juicio final. Mi voluntad divina se alzó como el viento frío que sopla en el reino de los muertos, y mi poder en el juicio se multiplicó como los susurros oscuros que acechan en la noche eterna.

Espero que mi relato os haya conmovido y cautivado, y que mi historia perdure en vuestros corazones como un recordatorio de la inevitable justicia que aguarda en el reino de la muerte.

Con deseo,

Ammit, la devoradora de almas.

Fuente: Tedigoquien.soy


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