Categoría: Egipcia
Oh, nobles lectores, permitid que mis palabras os transporten a los días antiguos del Egipto, cuando los dioses caminaban entre los mortales y los corazones se debatían entre la guerra y la sanación. Soy Sekhmet, la diosa leona de la guerra y la sanación, y es mi deber relataros mi historia de deseos, desamores y batallas en este reino de pasiones y poderes divinos.
Desde mi nacimiento, supe que mi destino estaba entrelazado con la fuerza y el ardor del combate. Hija del dios sol Ra, llevaba en mi esencia la herencia divina de la valentía y la ferocidad, y mi figura divina se erigía imponente como la leona que ruge en la batalla.
Como diosa de la guerra, mi presencia divina se hacía sentir en cada campo de batalla, y los guerreros me invocaban para bendecir sus armas y otorgarles la valentía para enfrentar a sus enemigos. Mi nombre resonaba en los corazones de los soldados, quienes luchaban con el fervor y la pasión que yo encarnaba.
Recuerdo con cariño uno de mis deseos más profundos, cuando anhelaba que mi fuerza y coraje fueran reconocidos por todos los dioses y los mortales. En mi corazón, ansiaba ser vista como algo más que una diosa guerrera, y deseaba que mi figura divina también fuera asociada con la sanación y la protección.
Además de mi papel como diosa de la guerra, también era conocida como la diosa de la sanación. Los médicos y sanadores me invocaban en sus rituales, confiando en mi poder para sanar las heridas y aliviar el dolor de los enfermos.
Recuerdo con cariño uno de mis desamores más dolorosos, cuando enfrenté la traición de aquellos que consideraba cercanos a mí. Los celos y las envidias oscurecieron la luz de mi corazón, y mi figura divina se vio empañada por la sombra del desengaño.
Con el paso del tiempo, mi figura divina se expandió más allá de las fronteras de Egipto, llevando mi nombre y mi leyenda a tierras lejanas, donde se me conocía como Sekhmet en Egipto, Sekhmet en la antigua Grecia y Sekhmet en la antigua Roma.
En cada cultura y civilización, mi esencia divina adoptaba diferentes formas y atributos, pero mi propósito como la diosa leona de la guerra y la sanación permanecía inmutable, inspirando valentía y curación en los corazones de los mortales.
Recuerdo con cariño una de mis más grandes batallas, cuando me vi enfrentada a la tarea de proteger al reino de Egipto de las fuerzas del caos y la destrucción. Mi furia divina se desató como la leona que protege a sus crías, y mi ardor en la batalla se multiplicó como el fuego que arde en el corazón del sol.
Espero que mi relato os haya conmovido y cautivado, y que mi historia perdure en vuestros corazones como un recordatorio de la fuerza y la pasión que arde en cada uno de vosotros.
Con afecto,
Sekhmet, la diosa leona de la guerra y la sanación.
Fuente: Tedigoquien.soy
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