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Te Tahi-a-te-rangiTe Tahi-a-te-rangi

Ser mitológico relacionado con las estrellas

Categoría: Maori

Te Tahi-a-te-rangi

Querido lector,

Permítame relatarle una historia que se remonta a tiempos inmemoriales, una historia tejida entre los hilos del destino y las estrellas que brillan en el cielo nocturno. Soy Te Tahi-a-te-rangi, un ser mitológico relacionado con las estrellas, cuya existencia se ha entrelazado con la de muchos mortales a lo largo de los siglos.

Mi historia comienza con un reencuentro inesperado en una aldea maorí situada en lo profundo de los bosques. Allí me encontré con Rangi, un sabio anciano que desde joven había sentido una profunda conexión con el universo. Su mirada reflejaba el brillo de las estrellas, y su mente albergaba un conocimiento ancestral sobre los misterios del cosmos.

Rangi y yo entablamos una relación única, una amistad que trascendía las barreras del tiempo y las generaciones. Cada noche, nos reuníamos bajo el cielo estrellado para contemplar las constelaciones y escuchar los susurros de las estrellas. En esas veladas, compartía con él los secretos del universo y las historias de los dioses que habitaban en lo más alto del firmamento.

En uno de nuestros encuentros, Rangi me confesó su anhelo de explorar el mundo más allá de su aldea. Soñaba con viajar a las lejanas tierras donde se encontraba el mar, un lugar que solo conocía a través de las leyendas transmitidas por los ancianos. Le aseguré que estaba destinado a un futuro de descubrimientos y aprendizaje, y que el universo lo guiaría en su camino.

Decidido a cumplir su destino, Rangi partió en una travesía marítima hacia lo desconocido. Pero el destino es caprichoso, y a veces nos lleva por caminos que no esperábamos. Durante su viaje, una feroz tormenta azotó su embarcación, y las olas amenazadoras se alzaron como gigantes enfurecidos. En medio de la tempestad, Rangi clamó a las estrellas en busca de protección y guía.

Y fue entonces cuando la intervención del destino entrelazó nuestras vidas. En un acto de compasión y poder celestial, las estrellas me condujeron hacia la embarcación de Rangi. Con un destello brillante, me materialicé frente a él. Aunque mis poderes eran considerables, sabía que no podía detener la furia del mar por completo, pero hice lo que estaba en mi mano para guiarlo a tierras más seguras.

Después de días de ardua lucha contra las olas, el mar finalmente cedió, y Rangi llegó a una isla remota. Allí, en medio de la naturaleza exuberante, se encontró con una tribu amigable que lo acogió con generosidad. Rangi vivió con ellos durante un tiempo, aprendiendo sus costumbres y compartiendo su sabiduría sobre las estrellas y el universo.

La libertad que encontró en esa isla lo transformó. Se sintió más conectado con el mundo y más consciente de su propósito en la vida. Pero la vida es un camino lleno de giros inesperados, y pronto descubrió que su destino estaba vinculado con otra alma perdida en las profundidades del océano.

En la misma isla, habitaba una joven llamada Hinemoa, cuya belleza rivalizaba con el esplendor de las estrellas en el cielo. Aunque su vida parecía estar llena de felicidad y alegría, llevaba en su corazón una profunda tristeza. Hinemoa estaba enamorada de un guerrero valiente llamado Tutanekai, pero una rivalidad entre tribus había separado a los amantes.

La tristeza de Hinemoa la llevó a buscar consuelo en las aguas del océano. Pero sus oraciones no quedaron sin respuesta. Al contemplar el reflejo de las estrellas en las aguas, encontró una inesperada compañía en la figura de un ser luminoso. Era yo, Te Tahi-a-te-rangi, quien había escuchado su dolor y acudido a ella en su momento de necesidad.

Las noches se convirtieron en encuentros secretos entre Hinemoa y yo. Con el tiempo, se abrió ante mí y confesó su amor por Tutanekai, el guerrero al que le había sido prohibido ver. Comprendí el poder del amor y su capacidad para unir a las personas, incluso en las circunstancias más adversas.

Mi corazón se llenó de compasión por Hinemoa y Rangi, dos almas cuyos destinos estaban entrelazados con el de los demás. Inspirado por su amor y valentía, decidí intervenir una vez más en el devenir de sus vidas.

Guiada por las estrellas, Hinemoa emprendió una valiente travesía a través del océano para reunirse con su amado Tutanekai. Rangi, que había presenciado la historia de amor entre ambos, sabía que no podía quedarse al margen. Así, decidió acompañar a Hinemoa en su travesía, convirtiéndose en su protector y guía en la oscuridad de la noche.

El destino nos llevó a todos hacia una encrucijada donde el amor, la valentía y la magia de las estrellas se entrelazaron. No puedo revelar todos los detalles de lo que ocurrió en esa noche mágica, pero te aseguro, querido lector, que la historia de Hinemoa, Rangi, Tutanekai y yo, Te Tahi-a-te-rangi, se convirtió en una leyenda que perduró a través de los siglos.

Nuestros destinos estaban vinculados por la mano del destino y la sabiduría de las estrellas. Y aunque nuestras vidas tomaron caminos diferentes, siempre estaremos conectados a través de los lazos invisibles del amor y la magia que une a todos los seres del universo.

Con el corazón lleno de gratitud por haber sido testigo de esta historia, me despido, dejando en tus manos el conocimiento de esta leyenda, que ha perdurado en la memoria colectiva de la mitología maorí.

Hasta siempre,

Te Tahi-a-te-rangi

Fuente: Tedigoquien.soy


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