Wai-tiri

Mi nombre es Wai-tiri, un ser mitológico asociado con el sonido del trueno en la ancestral Mitología Maorí. Permíteme contar mi historia, una que habla de sacrificio, amistad, resistencia y traición. Desde tiempos inmemoriales, he habitado en los cielos y en el corazón de las tormentas, mi rugido anunciando el poderío de los dioses. Pero no siempre fui un ser temido y respetado; mi viaje hacia la divinidad estuvo lleno de desafíos y pruebas.

Mi existencia comenzó como un simple espíritu, apenas un eco lejano en los confines de la naturaleza. En aquellos días, me uní a un grupo de seres místicos llamados Atua, quienes velaban por el equilibrio del mundo y la protección de los mortales. Entre ellos, mi más cercano amigo fue Rangi, un poderoso espíritu del cielo, cuya calidez y sabiduría me llenaban de inspiración.

Con el paso del tiempo, nuestro grupo se fortaleció y se formó una profunda amistad entre todos. Aprendimos a confiar los unos en los otros y a unir nuestras fuerzas para enfrentar cualquier adversidad. Pero como en todas las historias épicas, la oscuridad siempre acecha en las sombras.

Tangaroa, el dios del mar, había desarrollado una envidia feroz hacia nuestra camaradería y poder. El corazón de Tangaroa estaba lleno de codicia y ambición, deseando gobernar el mundo de los mortales y los espíritus por igual. Un día, con la astucia propia de un traidor, se acercó a mí con una propuesta perversa: unir fuerzas para derrocar a Rangi y tomar el control de los cielos.

El honor y la lealtad que me habían sido inculcados desde siempre me hicieron rechazar su oferta. Pero mi negativa solo avivó la furia de Tangaroa, quien decidió tomar acciones drásticas. Sembró semillas de discordia entre nosotros, manipulando las palabras y los hechos para que Rangi comenzara a desconfiar de mí y de mis intenciones.

La traición de Tangaroa surtió efecto, y la amistad que tanto tiempo habíamos construido empezó a desmoronarse. Rangi se alejó de mí, convencido de que yo estaba conspirando en su contra. Mi corazón se llenó de tristeza y soledad; el dolor de perder a mi amigo era insoportable.

En medio de la desesperación, decidí buscar a los ancianos sabios de la Mitología Maorí en busca de consejo y guía. Fui a ver a Tane Mahuta, el dios de los bosques y la naturaleza, cuya sabiduría era incomparable. Tane me aconsejó que demostrara mi verdadera lealtad y amistad hacia Rangi, enfrentando los obstáculos que Tangaroa había sembrado y luchando por restaurar nuestra amistad perdida.

Con valentía en mi corazón, me dirigí hacia los dominios de Tangaroa para enfrentarlo y detener sus planes malévolos. La batalla fue titánica, los vientos se desataron, las aguas se agitaron y los truenos retumbaron en el cielo. A pesar de su fuerza, mi determinación fue inquebrantable, y logré derrotar a Tangaroa y poner fin a su traición.

Pero la victoria vino con un alto precio. La batalla había dejado mis fuerzas exhaustas, y mis energías se desvanecían rápidamente. Con el último aliento de mi ser, llamé a Rangi y le confesé la verdad detrás de la traición. Mis palabras fueron sinceras, y mi amigo, aunque herido, escuchó mi dolor y perdonó mis errores.

En sus brazos, encontré paz y redención. Juntos, hicimos un juramento de lealtad y amistad eterna, sellado con un abrazo sincero. La reconciliación nos llenó de una nueva energía, y Rangi, con su poder, elevó mi ser al rango de un dios, protector del sonido del trueno y símbolo de amistad y lealtad inquebrantables.

Ahora, como un dios, mi deber es proteger a los mortales y a los espíritus, asegurándome de que la amistad y la lealtad nunca se pierdan en el mundo. Aunque la traición dejó cicatrices en mi alma, aprendí que la amistad verdadera es más fuerte que cualquier engaño o maldad.

Así, mi leyenda vive en las historias de los Maoríes, un recordatorio de que incluso en la oscuridad más profunda, la luz de la amistad y la resistencia puede brillar y prevalecer. Que mi historia sirva de inspiración para todos aquellos que enfrentan desafíos y pruebas en sus propias vidas, y que nunca olviden que el verdadero poder reside en el amor y la amistad inquebrantables.

Que el rugido de los truenos siempre les recuerde la fuerza y la valentía que todos llevamos dentro. Y que la leyenda de Wai-tiri, el ser mitológico asociado con el sonido del trueno, perdure por siempre en los corazones de aquellos que creen en la magia y la grandeza de la amistad.

Fuente: Tedigoquien.soy