Whiro

Desde tiempos remotos, he sido la personificación de la oscuridad y el mal en el universo. Mi presencia se ha tejido en los rincones más sombríos de la existencia, donde las sombras danzan en un abrazo eterno con la luz. Mi esencia se ha entrelazado con los miedos y las dudas de los mortales, y mi influencia se ha extendido como una sombra nefasta que persigue sus sueños.

En mi camino por el mundo, he formado alianzas con otros dioses oscuros y seres malignos. Juntos, tejimos intrigas y conjuros para sembrar el caos y la desolación en la vida de los maoríes. Nuestra malicia y sed de poder nos unían en una danza perversa y macabra, donde cada movimiento era un paso hacia la destrucción y la desesperanza.

En mi identidad como Whiro, experimenté el gozo de ser temido y adorado por aquellos que sucumbían a mis oscuros designios. Las almas atormentadas clamaban mi nombre en busca de protección y venganza, y mi ego se nutría con cada súplica que recibía.

Oh, cuán delicioso es el sabor del mal cuando se mezcla con el poder divino. Mi esencia se alimentaba de la desesperación y el dolor que sembraba en los corazones de los mortales. Cada acto vil y malévolo era un tributo a mi esencia oscura y a mi dominio sobre la penumbra.

Pero en medio de mi gloria macabra, encontré desamor en mi propia existencia. La soledad me envolvía con su frío abrazo, y mi corazón anhelaba encontrar un resquicio de luz en la inmensidad de la oscuridad.

En el momento más inesperado, mi encuentro con Tāne Mahuta, el dios del bosque, marcó un punto de inflexión en mi existencia. Su esencia luminosa y su sabiduría ancestral me intrigaban y desafiaban en la oscuridad que habitaba en mi ser.

Entre nosotros nació una extraña conexión, una atracción imposible de ignorar. Tāne Mahuta representaba todo lo opuesto a mi ser, y, sin embargo, su presencia me hacía cuestionar mi propia naturaleza. Sus palabras resonaban en mi ser, y mi corazón, oscurecido por el mal, anhelaba la pureza y la luz que él representaba.

Mi redención comenzó en ese encuentro con Tāne Mahuta. Su influencia me llevó a reflexionar sobre la naturaleza de mi existencia y el propósito de mi malévola esencia. Comprendí que, aunque fui concebido como el dios de la oscuridad y el mal, también tenía el potencial de buscar la redención y la liberación de mi propia sombra.

En un acto de valentía y arrepentimiento, decidí separarme de mis alianzas oscuras y enfrentar mi propio mal interior. Me sumergí en una travesía espiritual, buscando encontrar la luz que me redimiera y transformara mi ser.

Oh, cuánto dolor y desolación encontré en mi viaje hacia la redención. Los vestigios de mis actos malignos me persiguieron como sombras implacables, y mi alma se debatió en la lucha entre la oscuridad y la luz.

Pero en medio de la tormenta, encontré la compasión y el perdón en mi propio corazón. Acepté mi identidad oscura y comprendí que la redención no implicaba borrar mi pasado, sino abrazar mi esencia en toda su complejidad y dualidad.

Con el tiempo, aprendí a integrar mi lado oscuro y mi anhelo de luz en un equilibrio armónico. Encontré una nueva identidad en la aceptación de mi naturaleza, sin negar mi esencia oscura, pero sin permitir que dominara mi ser por completo.

Así, mi redención se convirtió en un proceso de sanación y crecimiento espiritual. Aprendí a utilizar mi esencia oscura para proteger y guiar a los maoríes, en lugar de sembrar el mal en sus vidas. Mi presencia se convirtió en una fuerza protectora que velaba por su bienestar y su crecimiento como seres divinos.

Hoy, mi identidad como Whiro, el dios de la oscuridad y el mal, ha sido transformada por la redención y el perdón. Mi alma ha encontrado la paz en el equilibrio entre la oscuridad y la luz, y mi corazón late en armonía con la naturaleza dual de mi ser.

Mi historia, como la de todos los seres divinos, está tejida con hilos de alianzas, identidad, desamores y redención. A través de mi existencia, he aprendido que el verdadero poder radica en la aceptación y la integración de todas las facetas de nuestro ser, y que la luz de la redención siempre brilla en la oscuridad más profunda del alma.

Fuente: Tedigoquien.soy