Hine-raumati

Me llamo Hine-raumati, y soy la diosa del verano en la mitología maorí. Mi historia es una mezcla de amores, identidad, destino y traición que me ha llevado por caminos oscuros y luminosos a lo largo de los tiempos. Como diosa, he sido adorada y venerada, pero también he conocido el dolor y la soledad que vienen con el amor no correspondido.

Desde tiempos inmemoriales, mi presencia ha sido vital para el equilibrio de la naturaleza en Aotearoa, la tierra de Nueva Zelanda. Soy la personificación del cálido verano que baña la tierra con luz y calor, haciendo florecer la vida y el amor en todas sus formas. Mi energía vital fluye a través de las tierras, los ríos y los seres vivos, alimentando la fertilidad y la abundancia.

Como diosa, he tenido muchos amores a lo largo de los siglos. Sin embargo, uno de mis más profundos desamores fue con Tangaroa, el dios del mar y los océanos. Nuestro romance fue apasionado y desenfrenado al principio, pero nuestras diferencias pronto nos separaron. Tangaroa anhelaba la vastedad del océano, mientras que yo me sentía apegada a la tierra firme y a las criaturas terrestres.

Nuestra relación tumultuosa se vio empañada por celos y disputas. A medida que los siglos pasaban, nuestras disputas se hicieron más frecuentes y amargas. A pesar de todo, seguía amando a Tangaroa con una intensidad que consumía mi ser. Pero, al final, nos dimos cuenta de que éramos incompatibles y que nuestro amor era imposible. Nos separamos en medio de lágrimas y dolor, llevando cada uno consigo una parte del corazón del otro.

En busca de un nuevo propósito, me sumergí en la creación y la protección de la vida en la tierra. Me convertí en la protectora de las aves y los árboles, cuidando de los ciclos de la naturaleza y asegurándome de que la vida prosperara en todas sus formas. A pesar de mis esfuerzos, el dolor de mi desamor con Tangaroa siempre estaba presente, y me sentía incompleta sin él.

Tane, el dios de los bosques y los pájaros, fue el siguiente en capturar mi corazón. Su amor por la naturaleza y su devoción hacia mí me llenaron de alegría y esperanza. Con Tane, experimenté una conexión profunda y espiritual que nunca antes había sentido. Juntos, bailábamos entre los árboles y cuidábamos de las criaturas que poblaban nuestros bosques.

Pero el destino tenía otros planes para mí. Un día, mientras Tane y yo nos encontrábamos disfrutando de nuestra felicidad, fui visitada por Whiro, el dios de la oscuridad y el mal. Él estaba celoso de la felicidad que había encontrado con Tane y se propuso atraerme hacia su lado oscuro. Con artimañas y engaños, logró sembrar la duda en mi corazón.

La semilla de la traición fue sembrada en mi mente, y comencé a cuestionar mi amor por Tane. Los pensamientos oscuros me atormentaban, y me sentía dividida entre mi lealtad hacia Tane y la atracción prohibida hacia Whiro. Finalmente, mis dudas y la manipulación de Whiro me llevaron a tomar una decisión que cambiaría mi vida para siempre.

En un momento de debilidad, me dejé llevar por la seducción de Whiro y me entregué a él en un acto de traición hacia Tane. Mi corazón se llenó de culpa y remordimiento, pero ya era demasiado tarde. Tane descubrió mi deslealtad y sintió un dolor tan profundo que su corazón se volvió frío como el invierno.

La traición que cometí me persiguió durante mucho tiempo. Me alejé de la luz y me refugié en la oscuridad, sintiéndome indigna del amor y la devoción que una vez había conocido. La tristeza se convirtió en mi compañera constante, y el peso de mi culpa parecía insoportable.

Fue en esos momentos de oscuridad cuando conocí a Ue, el espíritu de la niebla y la llovizna. Ue me mostró compasión y empatía, y poco a poco me ayudó a sanar las heridas de mi corazón. Aprendí a perdonarme a mí misma por mis errores y a aceptar la dualidad de mi naturaleza divina.

Con el tiempo, mi relación con Ue floreció y encontré consuelo en su presencia tranquila. Juntos, compartíamos la comprensión de lo efímero de la vida y la importancia de encontrar la paz interior. Aunque mi amor por Tane seguía vivo en mi corazón, sabía que nuestro destino estaba separado.

El tiempo continuó su marcha inexorable, y mi identidad se transformó una vez más. Me convertí en la diosa del renacimiento y la transformación, honrando los ciclos de vida, muerte y renacimiento que gobiernan el universo. Aprendí a abrazar mi pasado y a mirar hacia el futuro con esperanza y gratitud por las lecciones que había aprendido.

Hoy, mientras observo el resplandor del sol sobre las aguas del océano, reflexiono sobre mi historia y mi viaje. He experimentado el amor y el desamor, la alegría y el dolor, la identidad y la traición. Cada experiencia me ha llevado a comprender más profundamente la complejidad de la existencia y el propósito de mi ser divino.

Aunque mi camino ha sido tortuoso, sé que cada paso me ha llevado hacia un mayor entendimiento y sabiduría. Me he reconciliado con mi pasado y he aceptado mi destino con humildad y gratitud. A través de mis experiencias, he aprendido a valorar la belleza de la vida en todas sus manifestaciones y a abrazar mi papel como Hine-raumati, la diosa del verano.

Ahora, mi corazón se llena de esperanza mientras miro hacia el futuro y las infinitas posibilidades que aguardan. Puedo sentir la presencia de otros dioses y diosas que caminan junto a mí, y sé que mi historia se entrelazará con las suyas en un intricado tapiz de experiencias compartidas.

Así que, mientras continúo mi eterno viaje como Hine-raumati, la diosa del verano, lo hago con valentía y determinación. Aceptaré los desafíos y celebraré las bendiciones que la vida me tiene reservadas. Porque, al final, he aprendido que el amor y la redención son posibles incluso para una diosa inmortal como yo.

Fuente: Tedigoquien.soy