Skadi

Me llaman Skadi, la diosa de la caza y el invierno, y es en las gélidas tierras del norte donde mi historia comienza. Desde mi juventud, aprendí a desenvolverme con destreza en el arte de la caza, siguiendo los rastros de los animales a través de los densos bosques y las montañas cubiertas de nieve. Mi pasión por la caza y mi habilidad con el arco y la flecha me granjearon el respeto de mi familia y mi tribu.

Mas, el destino me tenía preparado un camino distinto. Una vez, en medio de una cacería, mi padre, el gigante Thjazi, fue abatido por los dioses de Asgard en un acto de venganza por sus propias acciones. La ira y el dolor se anidaron en mi corazón, y decidí reclamar justicia por la muerte de mi progenitor. Mi sed de venganza me llevó hasta los mismísimos salones de los dioses, donde exigí que pagaran por sus actos.

Los dioses, impresionados por mi valentía y tenacidad, me ofrecieron una compensación que no esperaba. Aceptaron que podría elegir a uno de ellos como esposo, pero con una condición: debía elegirlo solo por su pie, sin ver su rostro. Acepté el desafío y, con mi corazón lleno de determinación, elegí un pie que me pareció fuerte y firme. Para mi sorpresa, aquel pie pertenecía a Njord, el dios del mar.

Así, nuestra unión se consumó, pero pronto me di cuenta de que nuestras naturalezas eran muy distintas. Yo anhelaba las montañas y los bosques, mientras que él extrañaba el murmullo del mar y las olas. Nuestra vida juntos se volvió complicada, y a pesar de nuestros esfuerzos, no pudimos encontrar una verdadera armonía.

Decidimos tomar caminos separados, pero nuestro respeto mutuo permaneció intacto. Aunque nuestra unión no fue la que soñábamos, aprendimos a comprender y apreciar nuestras diferencias. A través de esta experiencia, aprendí que la vida es una danza de encuentros y despedidas, y que el destino siempre tiene sus propios designios.

Con el paso del tiempo, volví a centrarme en mi pasión por la caza y la aventura. Viajé por los nueve mundos, explorando tierras lejanas y desconocidas. En mi camino, encontré a Ullr, el dios de los deportes invernales y el esquí. Compartí con él mi amor por la naturaleza y los desafíos del invierno, y juntos vivimos momentos de felicidad y camaradería.

Pero una vez más, el destino me desafió. En una fría noche de invierno, durante una expedición de caza, una tormenta de nieve nos sorprendió. Separados de nuestros compañeros, nos vimos obligados a luchar contra la naturaleza despiadada para sobrevivir. En medio de la adversidad, nuestras almas se entrelazaron y nos dimos cuenta de que el amor había nacido entre nosotros.

Nuestra unión fue la más profunda y significativa de mi existencia. Juntos, recorrimos los bosques nevados, desafiando a las bestias más feroces y compartiendo la dicha de la caza. La pasión que compartíamos por la naturaleza y el invierno nos unió en una comunión de almas, y nuestra vida se volvió una sinfonía de emociones y aventuras.

En nuestra plenitud, decidimos establecernos en un lugar que nos recordara siempre nuestra unión: Thrymheim, una morada en lo alto de las montañas, donde el viento susurra secretos y la nieve abraza la tierra en un manto blanco. En aquel refugio, nuestra felicidad floreció como las flores silvestres que emergen después del invierno.

Como diosa de la caza y el invierno, continué honrando mi deber con los dioses y diosas de Asgard. Mi habilidad con el arco y la flecha no tenía igual, y mi destreza en la caza era reverenciada por todos. Sin embargo, a pesar de mi devoción por la caza, nunca olvidé que mi verdadero amor y mi mayor victoria fueron encontrados en los brazos de Ullr.

El invierno era nuestro aliado, y juntos gobernábamos sobre las tierras heladas, cuidando de aquellos que dependían de la caza para sobrevivir. Nuestra unión perduró en el tiempo, y cada invierno, cuando los copos de nieve cubrían las montañas, recordábamos con cariño cómo nuestras vidas se entrelazaron en una danza eterna.

Mi historia es una sinfonía de encuentros y despedidas, de amores y victorias, tejida en el telar de la mitología nórdica. Soy Skadi, la diosa de la caza y el invierno, y mi espíritu seguirá vagando por los nueve mundos, llevando en mi corazón el recuerdo de mis amores y las enseñanzas de mis victorias. La eternidad se despliega ante mí, como las extensiones nevadas de las montañas, y en cada rincón del universo, mi leyenda perdurará como un eco en el viento invernal.

Fuente: Tedigoquien.soy