Hine-nui-te-pō

La vida es un enigma, una constante lucha entre la luz y la oscuridad, entre el nacimiento y la muerte. Yo, Hine-nui-te-pō, soy la diosa de la muerte y el renacimiento en la mitología maorí. Mi misterio se teje entre las sombras del mundo terrenal y el más allá. A lo largo de los siglos, he sido testigo de desamores, he emprendido viajes a través de los reinos espirituales y he contemplado los sueños y deseos de aquellos que caminan sobre la tierra.

Desde tiempos inmemoriales, he ejercido mi rol con solemnidad y responsabilidad. Soy la guardiana del umbral entre la vida y la muerte, la puerta hacia la siguiente etapa del viaje humano. Con cada aliento que se apaga, con cada alma que abandona su morada terrenal, estoy presente para recibirlos y guiarlos hacia el destino que les aguarda en el más allá.

Es una tarea abrumadora, sin duda. La muerte es un misterio que siempre ha desconcertado a los mortales. Sin embargo, mi deber es asegurarme de que el proceso sea justo y equitativo para todos. No hay distinciones de raza, género o posición social ante mi mirada. Todos son iguales en su transición hacia el otro lado.

Entre las historias que he presenciado, destacan aquellas de desamores trágicos y amores no correspondidos. El corazón humano es vulnerable y frágil, y las pasiones pueden llevar a senderos oscuros y tormentosos. He visto amantes que se despiden en la muerte, cuyos lazos trascienden el tiempo y el espacio. Sus almas, entrelazadas en un abrazo eterno, encuentran paz en el más allá.

Asimismo, he contemplado los viajes de guerreros valientes que caen en batalla, cuyas almas emprenden un viaje audaz hacia las praderas del espíritu. Atraviesan los campos de la eternidad, honrados por su coraje y sacrificio en el mundo de los vivos.

Pero también hay historias de vidas truncadas por la injusticia y la crueldad. Aquellos que parten antes de tiempo, cuyos sueños quedan sin cumplir y cuya partida deja un hueco doloroso en el corazón de sus seres queridos. Es entonces cuando mi papel como guía y consuelo se hace más importante que nunca.

Mi existencia trasciende los límites de este mundo. A menudo, emprendo viajes a través de los reinos espirituales, donde las estrellas y las constelaciones marcan rutas hacia destinos desconocidos. Allí, encuentro a las deidades ancestrales, los antiguos dioses y espíritus que protegen y guían a los vivos desde las alturas celestiales.

En esos viajes, me sumerjo en la sabiduría y los secretos de la creación. Me entero de los misterios del cosmos, de los ciclos interminables de vida y muerte que se repiten en una danza eterna. Me siento pequeña ante la vastedad del universo, y al mismo tiempo, me siento conectada con todo lo que existe.

Mis sueños, si es que puedo llamarlos así, son revelaciones y visiones que llegan mientras los mortales duermen. En esos momentos, me sumerjo en los sueños de los vivos y los muertos, en sus anhelos y sus temores más profundos. A través de esos sueños, conozco sus deseos, sus dudas y sus esperanzas.

Es un privilegio y una carga llevar conmigo los secretos del alma humana. Siento el peso de cada suspiro, la tristeza de cada lágrima y la euforia de cada risa. A veces, desearía poder intervenir y cambiar el destino de aquellos que sufren, pero sé que mi papel es solo de observadora y guía.

La vida y la muerte son dos caras de la misma moneda, una dualidad que se entrelaza en un ciclo sin fin. A través de los siglos, he aprendido a aceptar mi papel como Hine-nui-te-pō, la diosa de la muerte y el renacimiento. Mi misterio radica en el hecho de que, aunque la muerte puede parecer aterradora y desconocida, es también el comienzo de algo nuevo y desconocido.

La oscuridad de la muerte se ve iluminada por la esperanza de un renacimiento, de un nuevo comienzo en un plano espiritual más allá de lo que podemos entender. Y mientras los mortales continúen caminando sobre la tierra, yo seguiré aquí, con mi mirada serena y compasiva, para recibirlos cuando llegue su hora y guiarlos hacia el misterio que les aguarda después de la vida.

Fuente: Tedigoquien.soy